Tengo que reconocer que los conciertos en domingo no terminan de motivarme. Y es que de primeras te imaginas ese día bajo la manta y cogiendo fuerzas para la semana que empieza. Pero es que, gracias al ciclo de conciertos Gures is on Tour, tocaba Algiers y, como imagináis, no me lo iba a perder…. Así que dejé la pereza aparcada en casa y me fui al Café Berlín donde tocaba la banda de Atlanta.
La sala, como ya podéis imaginar, hasta la bandera y ellos sobre el escenario dieron un auténtico y potente show. Mucha caña y mucha calidad musical… tanta que me sorprendió que el público se mantuviera impasible ante tal recital de potencia.
Franklin James Fisher, el líder del grupo, tuvo que lidiar con algún problema con el micro, hecho que no le impidió dar lo más grande encima del escenario. Al son de esas guitarras que te hacían retumbar el cuerpo entero, él se tiraba por los suelos, gozando y disfrutando de los temas que estaban interpretando.
Mención especial para Ryan Mahan, bajista de la banda, que dio un espectáculo continuo con sus bailes y puesta en escena en cada una de las canciones. Durante todo el concierto estuvo generando buen rollo y demostrando que es un auténtico showman encima del escenario.
Por todos es sabido que yo tengo cierta debilidad por los baterías y Matt Tong me sorprendió muy gratamente. Por la calidad y la potencia que desplegó durante todo el directo, he de reconocer que en muchos momentos no podía dejar de mirarle y disfrutar de como “aporreaba” la batería a golpe de baquetazos.
Con todo esto, quince canciones (de todos sus discos) y algo más de una hora de concierto. Empezaron con “There is no year”, tema que da nombre y comienzo al último disco de la banda, publicado este mismo año. Además sonaron “Animals”, “Walk like a panther”, “Blood”, “Cleveland”, “The underside of power” o “Void”, entre otras. Para el final del concierto llegaban dos temazos “Unoccupied” y “Hour of the furnaces”.
Si alguna pega tengo que sacarle a este concierto sería la poca implicación y energía del público ante tal conciertazo. Pero a pesar de esto… todo bien, todo correcto. Por ello, mi único pensamiento al salir fue, “menos mal que la pereza no se apoderó de mí y me animé a venir a ver tal espectáculo”.