Aunque no graben un documental sobre mí

Hoy me ha ocurrido una de estas cosas que no pasan a menudo. Hay quien afirma que existe el amor a primera vista. Yo no entro a debatir esta hipótesis. Pero francamente, no lo he experimentado. Lo que sí he podido llegar a sentir ha sido notar cómo se me erizaba la piel al escuchar una canción por primera vez. Percibir ese dardo que no es otra cosa que la prueba del delito. Amor a primera escucha, podríamos llamarlo.

Y eso es lo que me ha pasado hoy mientras me dirigía al cine a ver el documental ‘Eso que tú me das’, grabado semanas antes de la muerte de Pau Donés y dirigido por el periodista Jordi Évole.

He visto una historia de Instagram de Amaia publicitando a un grupo argentino que desconocía por completo. Bestia Bebé se llamaban. He visto que acababan de publicar hacía escasos días nuevo disco y le he dado al aleatorio de Spotify para ver cómo sonaban. Puedo decir abiertamente que he descubierto la que será por tiempo indefinido la banda sonora de mis mañanas. Y solo me han hecho falta tres canciones para llegar a esta certeza.

Gracias por Nada es el cuarto disco de la banda argentina procedente del barrio porteño de Boedo. Y es imposible no volver a sentir esa fe en la música al escuchar el trabajo de estos cuatro amigos.

Escuchar “Gracias por nada”

La Chispa es la canción que abre el proyecto. Suena a nostalgia y a sobre aviso. Es una declaración de intenciones de los diez temas que la siguen. Y sé que estoy donde tengo que estar. Posee una frase que definiría como “necesario recordatorio mental” para cada día. Un incendio te va a sorprender. La chispa no se apagó. Porque ¿cuántas veces hemos creído que el incendio se había sofocado pero de las cenizas ha vuelto a resurgir la llamarada y esta vez mucho más fuerte?

Un Documental Sobre Mí ha sido mi primera toma de contacto con el grupo. Y es mi canción favorita del trabajo de los argentinos. El sonido rock-folk que la envuelve es insuperable. Y al escucharla me he dado cuenta de que es un grupo cuyas letras reflejan, sin quererlo, la realidad cotidiana de cada uno de nosotros. Es lirismo sin pretensiones. Es poesía desde la sencillez. Está muy bueno todo. Pero me quiero ir a mi casa. Perdóname, hoy no tengo ganas de conocerte. Si a nadie le importa lo que me pase a mí. Si nadie va a hacer un documental sobre mí. Y esconde el fragmento que podría definir perfectamente mi año pandémico. Gracias por nada. Solo espero que se termine el año. Ya no quiero perder más tiempo.

El podio del TC es la canción que mandarle a un amigo cuando sabes que está atravesando un mal día y no tienes ni idea de cómo echar una mano. Mi consejo es enviar canciones. Porque la música es capaz de llegar hasta donde nuestra voz no llega. Si no parás de llorar, no vamos a ver salir el sol. Aunque nos lo impidan los carteles. Yo puedo tirarlos para vos.

¿Qué Clase de Ciudad Es Esta? Es una colaboración con el gran Santiago Motorizado y con Mora Sánchez Viamonte. En un estilo acústico en el que prima la melodía antes que la letra de la canción, nos hablan sobre una ciudad, posiblemente imaginaria, en la que no existen los límites. Y nos invitan a viajar a ella. En contramano podemos manejar. Semáforos en rojo algunos pasar. Podemos hacer lo que quiera. ¿Qué clase de ciudad es esta?

El Descontrol es otro de los hits del álbum y una canción al más puro estilo indie. Como su nombre indica, expresa el total descontrol que supone tener una vida aparentemente estructurada y con la ruta a seguir predefinida. Si, esta es la canción más triste que escribí. No te preocupes, no es para vos. El, camino está muy claro por eso estoy perdido. No dejo de pensar y lo mejor, sería dormir. Y en eso tienen razón. A veces lo mejor en estos casos, es meterse en la cama y dejarlo estar. Al menos por una noche.

El Fin del Mundo (Otra Vez) es el tema en clave de rock-alternativo con la letra apocalíptica más esperanzadora que he escuchado hasta el día de hoy. Vamos a ver, el fin del mundo otra vez. Y yo que sé, vos no vas a estar. Y yo sé que vos, tal vez pensás en mí. Si las cosas van bien

Eucalipto cumple con la premisa de ser un proyecto algo más calmado y menos frenético. Y una vez más, acompaña a la melodía una letra que inspira y evoca paz a largo plazo. Transformamos el mundo. A uno donde estaba todo bien Estuvo bien hablar del futuro, lo que vendrá. Yo no me quedo más solo.

Media Docena de Maleducados nos traslada a una juerga en un bar que comienza con una pelea con sobredosis de alcohol en la que interviene la policía, como si de una película neorrealista se tratara. La policía llegó. Y a todo le empezó a pegar. Tiempo para una fresca más. Acodado en la barra estoy. Cristales me pegaban en la cara. Nadie nos invitó. Pero fuimos igual. Y ya estamos acá. No nos pueden echar. Invitados sin invitación. Marginados de la diversión.

Tu Explosión se consolida como la dicotomía entre el sueño y la realidad. Entre lo hipotético: Soñé que me decías. Que todo fue mentira. Soñé que me gritabas. Que yo no te quería y la reacción para evitar el desastre: Tengo que reaccionar. Tengo que mejorar. Sino voy a explotar. Aunque finalmente, la hecatombe es inevitable.  Sin creer que podía pasar. No queda nada. No queda nada por hablar. Es el vacío mismo.

Música de suspenso es la nostalgia del álbum. Es una canción enfocada a recordar el pasado anecdótico. Y es que hay veces que una anécdota puede suponer la mayor de las melancolías. ¿Te acordás de esta esquina? ¿De aquella vez? Mientras cuento esta historia. Tu pelo se empieza a volar. Y sonreís mejor que nadie. Cuando te digo que no es tarde.

Me Olvidé de Tu Cumpleaños cierra el álbum con una de las canciones más rítmicas y explosivas. Me siento tan identificado con el título de la canción que me es imposible valorarla de forma objetiva. Nos introduce, para concluir el proyecto, la certeza asumida de que no se puede caer bien a todo el mundo y que por ende, el nuevo trabajo de la banda no estará a gusto de todos. Y está bien. De alguna forma, es lo normal. Ya lo dice el refranero español: Para gustos los colores.  No te hagas problema que yo a todo el mundo no le puedo caer tan bien.

Después de haber realizado detenidamente todo el recorrido que supone el álbum, me reafirmo en dos cosas. La primera es que Amaia tiene un gusto musical exquisito. Y la segunda es que hay veces en las que no necesitamos grandes letras repletas de recursos líricos, sino simplemente frases que evoquen a nuestra propia cotidianidad. Porque sin buscarlo, sin ningún tipo de pretensiones, han conseguido hacerme viajar a multitud de lugares. La barra de un bar, una ciudad vacía en la que conducir a 140 km/hora o a esa felicitación de cumpleaños enviada tres días más tarde con disculpas adjuntas.

El documental de Pau Donés me ha vuelto a recordar la importancia de vivir. Y la música de estos chicos me ha dado ganas de seguir haciéndolo. Porque la música tiene eso que no tienen otras disciplinas artísticas. La capacidad de elevarte el ánimo con simplemente escuchar los tres primeros compases de una canción.

Yo mientras espero como la banda argentina y muchos de nosotros a que se termine el año, rezo para que el exceso catastrófico en el que vivimos comience a cesar. Y de paso les doy a estos chicos las Gracias por Nada, como ellos dicen. O como diría yo, gracias por tanto, aunque hoy no sean conscientes del porqué.

Y respecto a lo del documental, mejor lo dejamos para dentro de unos cuantos años. Porque vista esta tendencia a hacer reportajes póstumos, que no hagan un documental sobre mí parece sinónimo de buena noticia.

Que como diría Donés, aún queda mucha vida por contar y aún queda mucha vida por cantar.