La Casa Azul enamora al público de Madrid dos noches seguidas

Quería esperar a que pasaran los dos conciertos para no hacer spoilers a los que fueron ayer, pero pasados los dos sold outs de la Casa Azul ya puedo contaros el conciertazo que vivimos el pasado jueves en el Ochoymedio Club.

Cuatro horas antes ya había gente esperando en la puerta de la sala para no perder la preciada primera fila y en la hora de la apertura la cola para entrar ya daba la vuelta a la manzana. Y es que las entradas agotadas para estas dos fechas desde hace meses, hacían presagiar la fiesta que iba a montar Guille Milkiway y su banda.

Conozco a la Casa Azul desde hace mucho tiempo, no es un grupo que siga con una intensidad absoluta pero sí me gusta estar pendiente de lo que hacen y cómo lo hacen. Cuando me enteré que iban a sacar nuevo trabajo, me creó esa curiosidad de conocer lo que, ocho años después, nos iban a regalar en modo de disco.

Por ello antes de hablaros del setlits y de todo lo que aconteció en la noche del jueves, me gustaría contaros las sensaciones que tuve a lo largo del concierto. Estaba entre la primera y la segunda fila y esto me hizo pasar por varias etapas emocionales…salté como una loca con sus hits, me emocioné con las canciones a piano y aluciné con la puesta en escena que tiene este grupo.

Y es que la Casa Azul me ha servido como banda sonora para muchos momentos de mi vida y verlos allí con todo vendido y cantando aquellas canciones que tanto protagonismo han tenido en mi día a día, fue algo muy especial. En cierto modo estaba trabajando, cogiendo todos los detalles y apuntando las curiosidades para después poder hacer una crónica a la altura del concierto que ellos nos estaban dando, pero había momentos en los que me olvidaba de todo, sólo disfrutaba y dejaba que la música se apoderara de mí.

Pero bueno, dejo de contaros mi vida y empiezo a hablaros de lo que realmente os interesa, el concierto del jueves de La Casa Azul en el Ochoymedio Club de Madrid.

Pasaban las nueve de la noche cuándo la sala apagaba su música, ponía en marcha las luces del escenario y abría el telón, como si de una obra de teatro se tratara… y allí estaban, la banda de la Casa Azul esperando a Guille a ritmo de intro.

Presentaban ante su público ‘La Gran Esfera’ con una puesta en escena que nos enmudecía por momentos. Y es que da igual la sala o festival en el que toquen porque su forma de presentarse al público siempre es impecable y en Madrid no iba a ser menos.

Despliegue absoluto de luces, pantallas, vídeos e instrumentos marcaron un concierto de más de dos horas. Todo esto acompañado de esa estética entre extravagante y fantasiosa tan característica del grupo… cascos de música blancos, gafas de ventisca negras y ropa plateada en su vestimenta, que tanto juego le dan a la banda en sus conciertos.

Empezaron con una primera parte muy potente y contundente con temas como “El momento”, “El final del amor eterno”, “No más Myolastan”, “Chicos malos”, “Hasta perder el control”, “ATARAXIA” y “Siempre brilla el sol”.

El público venido arriba, bailando y cantando como si nadie les mirara y Guille se sentó al piano para poner un poco de tranquilidad a la noche… Vinieron así “Una cosa o dos”, “El momento más feliz” y “Galletas” con unos fans entregados y disfrutando de cada uno de los momentos que les estaban regalando la banda.

El concierto se desarrolló sin pausas y con buen ritmo, solo dejaron de tocar cuando Guille quiso agradecer a su banda, a Elefant Records (su sello discográfico) y a sus seguidores todo el apoyo recibido durante los veintidós años que la Casa Azul lleva encima de los escenarios, llenando salas y festivales, algo casi imposible “en un mundo de depredadores donde es muy difícil sobrevivir”.

Pero la noche seguía y tocaba el turno de “La fiesta universal”, “Esta noche sólo cantan para mí”, “IVY MIKE” y “Colapso gravitacional”. Fiesta por todo lo alto, ganas de pasarlo bien, buen rollo y una energía muy especial entre la banda y su público. Y sin parar… pasaron a “Sucumbir”, “Saturno”, “Hoy me has dicho hola por primera vez” y “Me gustas”.

Y cuándo ya estábamos exhaustos de bailar y saltar, Guille volvió al piano para hacernos vivir el que, para mí, fue uno de los mejores momentos de la noche. Sonaba “Yo también”, una obra maestra bajo el silencio sepulcral de una sala dónde a todos nos brillaban los ojos de la emoción. Fue ese tipo de momentos en el que haces tuya esa letra y esa música que parece estar compuesta para ti. Con la piel erizada y lágrimas en los ojos sentí como la canción nos iba acariciando uno a uno. Fue mágico, especial y muy emocionante.

Pero como estábamos allí para pasarlo bien, giro completo para la última fase del directo, con “Todas tus amigas”, “Podría ser peor”, “Los chicos hoy saltarán a la pista”, “Superguay”, “Cerca de Shibuya” y “Gran Esfera”.

Ya pasadas las dos horas de concierto, sólo podían acabar tan arriba como habían empezado. La gente sudando de tanto bailar, el grupo dándolo todo en el escenario y los fans con la motivación por la nubes y suenan “Chicle Cosmos”, la mítica “Revolución Sexual” y “Nunca nadie pudo volar” y eso se convirtió en un auténtico desmelene.

Solo quedaba tiempo para una más, para cerrar y agradecer la noche que nos había hecho pasar la banda de Barcelona. Guille se sienta de nuevo al piano y entona con el público a modo de coro “Como un fan”. Final feliz y apoteósico de uno de los conciertos que sin duda creo que pasarán a la historia de la banda.

Y los integrantes del grupo también lo sabían, los abrazos emotivos entre ellos al finalizar mostraban lo bien que habían gestionado la noche. Casi dos horas y veinte de concierto donde disfrutamos, vivimos y compartimos todo lo bueno que puede darnos la música.

Lo mejor de todo, es que justo un día después hubo otras mil personas que pudieron revivir lo que nosotros sentimos la noche anterior.

Texto: Miriam Notario.

Fotos: Daniel Forés.