Cuando me enteré que existía una plataforma de conciertos bajo demanda (Cooncert) me pareció una de las mejores ideas que alguien podía hacer tenido. Darle al público la posibilidad de elegir a qué artistas o qué bandas quieres ver en directo, me resulta algo maravilloso.
Os cuento esto porque a través de este método Sinkane volvía a Madrid el pasado jueves al Café Berlín. Hacía dos años que no nos visitaba pero la semana pasada, y después de que centenares de personas pidieran su actuación, se plantó aquí, teloneado por Aaron Rux y sus flamantes Crying Cawboys.
Eran las once de la noche, algo tarde para mi gusto, pero al final, la música es lo que importa. Nosotros veníamos del concierto de King Sapo, del que ya os he hablado esta semana, y al llegar ya nos encontramos con gente esperando a las puertas del mítico café madrileño. Puertas abiertas, la gente entrando y cogiendo posiciones por esos sofás rojos tan característicos “del Berlín”.
Una vez dentro, al público parecía costarle trabajo acercarse al escenario, dejando a Aaron Rux y sus chicos un poco desarropados durante su concierto. Ellos, impasibles, como si nada de eso les importara, estuvieron dando forma a esas canciones que entran de forma deliciosa.
Nueve temas se tocaron en poco más de media hora, sonando “Michael and Jane”, “Atomic Sunset”, “Summer Wine”, “Sugar Mamma” o “In my poquet”, entre otras, de su último trabajo en el que cuenta con la colaboración de músicos de la nueva generación de la escena musical independiente de Madrid. Los crying cowboys son Juan Serra, Lete Moreno, Juan Torán y Joshua Taylor.
Nosotros los veíamos por segunda vez y después de la caña que traíamos en el cuerpo nos vino bien un poco de relajación y de dejarnos llevar por la sutileza con que la banda se mueve encima del escenario. Esa diversidad de instrumentos y la voz principal de Aaron hacen que pases uno de los mejores momentos de la semana.
Después de ellos, preparación de un escenario que parecía quedarse pequeño para todo lo que Sinkane y su banda estaban montando. Fue un concierto corto, que superó por poco los 45 minutos y donde solo tuvieron cabida nueve temas, que nos dejaron, quizá, con ganas de más.
A pesar de esto, el espectáculo que generan sobre el escenario es digno de ver y disfrutar. Desde la vestimenta de los protagonistas hasta la cantidad de instrumentos que mueven para la ocasión.
Ahmed Gallab, con su proyecto en solitario, venía a presentarnos su último trabajo, ‘Dépaysé’, publicado este mismo año y donde toda su energía se centra en denunciar la discriminación y el odio a través de letras directas y que sirven para remover y agitar conciencias.
Para la noche del jueves eligió “Everyone”, “Runnin”, “How we be”, “Dépaysé”, “Yacha”, “Ya Sudan”, “U´huh”, “Mango” y “Favourite Song”. Todas envueltas de un aura, un rollo y un ritmo contagioso que no dejó parar de bailar ni un minuto al público que ya casi rozaba el escenario.
A pesar del cansancio y las pocas horas de sueño del día siguiente, fue maravilloso dedicar uno de los días de la semana a ver, sentir y experimentar, espectáculos musicales tan dispares entre sí.
Después de esta, ya tenemos la próxima crónica en el tintero y es que el martes nos fuimos a la Wurlitzer a ver a los argentinos Bestia Bebé en acción. Os lo cuento en unos días…
Texto por Miriam Notario
Fotos por Daniel Forés