La trilogía de las bestias. Así bautiza Andrea Santiago al hilo en forma de EP que recoge tres temas, tres bestias que constituyen el adelanto del que será su primer proyecto de larga duración.
No sabría decir si se trata de bestias en cautividad o en su estado natural más puro, ya que la apuesta de la joven pamplonesa es de todo menos convencional. A título personal, y habiendo descubierto a esta promesa de la música española hace escasas horas, me reafirmo en mi primera impresión al reproducir su canción He Dejado de Buscar tu Casa. Estábamos faltos de un soplo de aire fresco musical en el que conviviesen el folk-rock y el pop alternativo al mismo tiempo. Y ella más que un soplo, ha conseguido crear un vendaval.
La puerta de entrada a la trilogía la conforma una imagen de la vocalista envuelta en una tela transparente blanca. Inmediatamente me viene a la cabeza el imaginario conceptual de Bodas de Sangre. Y es que es algo así lo que nos encontramos al adentrarnos en las profundidades de estas tres canciones. Un ambiente un tanto lorquiano repleto de desnudez, fragilidad y verdad.
Las Bestias Que Me Acompañan es el tema que abre el proyecto. Casi medio millón de escuchas en Spotify abalan esta canción, que más que canción es la declaración más sincera que he escuchado en este último mes musicalmente hablando. Un tema que habla sobre la ansiedad, sobre los demonios que nacen con el insomnio. Comienza con la frase que refleja tendencia social actual a infravalorar los problemas ajenos. Dices que no es para tanto. Y es que no hay mejor forma de abarcar este tema tan delicado que con los juicios de valor que todos hemos sufrido alguna vez al hacer a nuestro entorno partícipe de aquello que nos atormenta. Y mientras escuchamos como desde fuera todo parece irrelevante, por dentro resuena un: Esta vez sé que no resisto y que caigo en las redes de la oscuridad. Podría analizar la letra de la canción en su totalidad. Sobredosis de realidad así no se escuchan todos los días. Pero me quedo con la frase Si preguntas te diré que no es por ti, son las otras colisiones que aguanté. Porque no hay puñal más duro que clavarse, o carga más pesada que soportar, que decirle a quien te pregunta que no tiene nada que ver con aquello que te arrastra, aunque no sea verdad. Aunque sea el origen del fuego.
En Materia Viva, a través de un universo rítmico completamente vivo, nos trasladamos a una playa vacía, al desierto de Almería atravesado por la Novia de Bodas de Sangre que vuelve al punto de partida. A la liberación. O más bien al intento desesperado de viajar a otro lugar, de forzar la mente a evadirse por un momento de aquello que hunde y ahoga a partes iguales. Intento escapar, me quiero liberar. Intento escapar. Pero sigo pensando, sigo pensando.
Y para poner el punto final, La Reina De Las Nieves. Una evocación al cuento de Andersen. Letras paralizadas en la boca. Dentro trepa el hielo. Fuera estalla el cielo. Con las bestias vigilándome la cama. Dejando ir el tiempo entre las grietas de las manos. Es una canción que nos invita a flotar, que huele a libro olvidado durante décadas en el fondo de una estantería. Es un viaje en crescendo, tanto vocal como musicalmente. Me imagino escuchándola a unos cuantos metros de altitud viendo las estrellas. Aunque el cielo hoy esté nublado. Aunque las bestias no se hayan ido todavía.
Escuchar “La Reina de las Nieves”
Son las 3:43 de la madrugada. Parece que eso del insomnio se contagia. Qué bien que alguien se atreva a hablar de la fragilidad emocional de una forma tan franca. Y es que al final, bestias que nos persiguen, tenemos todos. Yo durante un tiempo luché por quitármelas de encima, por alejarlas y encerrarlas en el cajón de las cosas pendientes por olvidar. Hoy por hoy, creo que tan solo hay que aprender a convivir con ellas. Dejar que nos acompañen. Y en parte, Andrea Santiago me ha vuelto a recordar que la mejor forma de escapar de ellas es domándolas.
Ya se lo decía el Zorro al Principito en la novela de Saint-Exupéry. Solo se conoce bien aquello que se domestica. Y qué importante es conocer nuestros propios miedos para poder enfrentarnos a nuestra realidad. Yo estoy en ello, pero si algo he descubierto hoy es que con la música de Andrea Santiago, eso de domesticar los demonios, que no es tarea sencilla, se hace un poco más fácil.