Desde Eigg, la pequeña isla escocesa famosa por poseer la primera comunidad del mundo que utiliza energía renovable eólica, hídrica y solar de forma generalizada, Johnny Lynch, alias Pictish Trail ha compuesto para el sello británico Fire Records el delicioso “Thumb World”. Algunos de esos rayos de sol que la isla recibe durante unos pocos meses del año se han colado, y aprovechado también, en su última publicación. Lynch, el eremita escocés con maneras de genio multi instrumentista, ha entregado diez nuevos temas tres años después de su “Future Echoes“, que era un álbum más ensimismado con aquellos momentos de electrónica oscura y claustrofóbica que se apreciaban en algunos tracks. Pero en “Thumb World”, Pictish Trail ha abierto las ventanas del estudio y ha dejado que entre el aire materializándose en nuevos intereses sonoros y en otras referencias musicales. En “Lead Balloon”, Johnny Lynch, hace una súplica de perdón a su compañera sentimental tras su comportamiento durante un día de resaca. Un tema digno del “Pavement” Stephen Malkmus, que finaliza con una tormenta de distorsión y de voces filtradas. “Fear anchor”, la siguiente, me recordó a los Grandaddy de “The Sophtware Slump” por ese colchón instrumental, orgánico y electrónico que “salta” por momentos y por su letra críptica y tristona (“Húndete hasta el fondo y te haré saber que esperabas para nada. Me he rendido ya de toda esperanza”). Las múltiples capas sonoras de “Bad Algebra” se centran en los aspectos positivos, y la aparente soledad, de un creador que vive en una isla de poco más de cien habitantes (“I’m never so alone by myself. One is company. Three is best for me. I’m never so alone on my own”). “Turning back” es una brillante perla fractal pop, digna de un Brian Wilson contemporáneo. Una locura de mil piezas que encajan. Un Tetris de coros, efectos vocales y falsetes que crece según avanza y se desnuda, manteniéndose siempre en pie.
“Thumb World” seduce con ese aire encantador imprevisible y lo-fi que se abre a la psicodelia y al enfoque musical de grupos, añorados por cierto , como The Beta Band. Folk marciano casero y electrónico que mira hacia muchas geografías y etapas musicales compuesto por un músico esquivo y talentoso cuyos pasos hay que seguir con lupa.