Yo la tengo, una maravillosa y tranquila locura

Cuando nos enteramos hace unos meses de que venía Yo la tengo a Madrid nos dio un subidón memorable. Sabíamos, antes de que llegara el día, que el directo de la banda de Nueva Jersey iba a ser de los que se siguen comentando hasta días después. Y aquí, intentando digerir las casi tres horas de concierto, me pongo a escribir sobre la experiencia musical que vivimos la noche del lunes.

Eran las 21:15 horas, La Riviera rozando el lleno y yo en primera fila sin querer perderme ni un detalle de lo que iba a pasar en aquel concierto. Y así, empezó a sonar “You Are Here” y el ir y venir de Ira, Georgia y James por el escenario nos llevó hacia una noche de música diferente.

La experiencia siempre es un grado y en el caso de Yo la tengo se convierte también en virtud. Por ello, demuestran en cada canción que pueden tocar cualquier instrumento y defenderlo como si fuese el suyo principal. Y es que llevar veinticinco años encima de los escenarios permitió que la conexión entre los miembros de la banda fuese absoluta y nosotros así lo notábamos desde abajo.

El directo tuvo dos partes muy diferenciadas, la primera, mucho más tranquila con canciones como “Big Day Coming“, “Forever” o “Polynesia“. Tras diez minutos de parón, volvieron más cañeros y electrónicos, con distorsiones de guitarras y temas como “False Alarm“, “Barnaby“, “Hardly Working” o “For You Too“.

El momento álgido de la noche llegó con “I Heard You Looking“, una locura musical de más de diez minutos que demuestra cómo una canción instrumental puede hacer que toda una sala quede rendida a la banda. El trío fue alternando canciones de su último trabajo “There’s A Riot Going On“con las de proyectos anteriores como ‘I Can Hear the Heart Beating as One‘, ‘Electr-o-pura‘, ‘Prisoners of love‘ o ‘Painful‘, entre otros.

Si tuviese que definir el concierto con pocas palabras diría que fue una maravillosa y tranquila locura. Era como ver a tres amigos ensayar en su local de siempre, sin tener en cuenta las miles de personas que los mirábamos desde abajo. Y es que ir a ver a Yo la Tengo no es ir a un concierto normal ya que todo lo que sucede en el escenario nada tiene que ver con el resto de grupos. Es por esto, que el público se mostró muy respetuoso, manteniendo un silencio casi sepulcral, roto únicamente por los aplausos y la admiración de los allí presentes.

En definitiva, fue un concierto de menos a más, dónde pudimos ver a un grupo que sabe lo que hace de la forma que a ellos les gusta hacerlo. Después de lo vivido, solo puedo decir que todo el mundo tendría que darse el gusto de ver Yo la tengo en directo, aunque sea una vez en la vida.

Texto y fotos: Daniel Forés.